Lo manteníamos en secreto. Nos veíamos a escondidas para que nadie supiera que estábamos juntos. ¿Por qué? Ni si quiera lo sé. Y creo que tampoco él lo sabía. Pero el caso es que era genial. Y nos pasábamos el día así. Divirtiéndonos. Escondiéndonos. Corriendo y yendo a millones de escondites. ¡Cómo si de criminales se tratase! Y la verdad es que me encantaba. Es que era mágico. Lo recuerdo. Como le veía salir de su casa. Con sus gafas de sol y su malboro en los labios. Tratando de que nadie le reconociese. Y entonces nos encontrábamos, en el mismo parque de siempre. Fuésemos a donde fuésemos. Y me cogía de la mano, sonreía, y me susurraba: "vamos pequeña, recuerda que no podemos ser descubiertos". Y corríamos, de la mano, juntos. Y de vez en cuando me miraba y me sonreía. Y me hacía perder la cabeza. Y, ahora que ya no está, me pregunto si seguirá haciendo lo mismo con las demás. O si yo era la única. La verdad es que no lo sé. Ni quiero saberlo. Pero el caso es que ya nada tendrá tanta magia como la que me hacía sentir él [...]
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miércoles, 15 de diciembre de 2010
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